Muchos siglos antes de nosotros las culturas antiguas reconocieron el peso y el significado de los valores. Hoy seguimos empleado la palabra “valor” para referirnos al conjunto de aptitudes y acciones con que se expresa lo mejor de los seres humanos. Los valores son, asimismo, el grupo de cualidades que hallamos en el entorno. Los hay de muchos tipos y enfoques: pueden aparecer en el mundo natural, en la creación artística y dentro del sistema de gobierno vigente en un país. Manifestarlos y reconocerlos contribuye a elevar nuestra calidad de vida en la medida en que responde y favorecen a la dignidad del ser humano.
Los valores biológicos están relacionados con el desarrollo físico y emocional de nuestro cuerpo; se vinculan, por ejemplo con medidas para preservar la salud y el bienestar general. Los valores intelectuales se refieren a las actividades de investigación y aprendizaje que impulsan el desarrollo mental y nos conducen a la comprensión del mundo. Los valores estéticos o sensibles nos acercan al disfrute del mundo y al reconocimiento de su belleza. Los valores religiosos son propios de las personas que procesan alguna fe y, mediante ella, se sienten vinculadas a la figura de Dios. De excepcional peso en esta clasificación, los valores morales sintetizan y hacen posibles los otros valores al garantizar una convivencia sana, amistosa, en la que todos pueden conseguir su máximo crecimiento a la par que el propio.
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